José Saramago levantó la cabeza
justo el día 22 de septiembre a las 6 de la mañana y al verse en bastante buena
forma y con un aspecto más que aceptable se dijo, Voy a ver a mi mujer lo
primero, Vaya susto se va llevar, y salió a buscar una parada de taxis, Allí
hay una, Oye no hay ni un coche a las 6 de la mañana, da gusto cruzar la calle,
Querrá usted que lo lleve a algún sitio imagino, le dijo el único taxista que
había en la parada mientras levantaba el capó de coche, Sí, por favor, pero no
me diga que se le ha estropeado el coche, No sé, de repente es que no me
acuerdo cómo se conduce, No me diga hombre, Ya ve, toda la vida con la rosca y
ahora no me acuerdo cómo se hace, Voy a mirar el motor a ver si se me viene
algo a la memoria, Vaya por Dios justo ahora que acabo de levantar la cabeza. Y
qué ve, quizás algo así como un mar de leche, Qué mar de leche ni qué mar de
leche, dijo el taxista, Veo el motor, pero tampoco lo entiendo, Bueno, dijo
José un poco por ayudar, Igual es algo de las bujías, Ni idea, yo ya de esto ni
papa, si fueran bujes, cadenas, platos y piñones, pues todavía, pero de esto ya
ni papa, dijo cerrado el capó, Ahí llega un bus, a ver si el autobusero me
explica algo, pero el conductor del autobús estaba justo ya cerrando las
puertas cuando llegaron a su altura, Aquí ya no cabe nadie más y además miren
la cola que dejo, y sí, dejaba el autobús un montón de gente en tierra
esperando a que llegara el siguiente, Alguien sabe conducir un coche,
preguntaron. Una mitad no sabía, la otra mitad sabía pero también se les había
olvidado, sólo hubo dos que coche no sabían pero pensaban que autobuses sí, Llamen
a la empresa de autobuses y que pongan a circular toda la flota dijo Saramago
viendo tan claro cómo si lo hubiera escrito él que esto de la amnesia para
conducir coche privado se iba a ir contagiando, Y usted, dijo al taxista, autobuses
no sabrá, Nada, yo de eso nunca ni papa, si fuera una bici o un tándem, o algo así
todavía, pero yo de eso nunca ni papa, Pues vamos a buscar una tienda de bicis.
Preguntaron y en seguida les dieron indicaciones y cuando llegaron la tienda ya
estaba abierta porque el dueño abrió antes porque le fueron a buscar a casa, y
ya estaba llena pero aún alcanzaron a conseguir una bici para el taxista, una a
la que pudieron enganchar un carro con banqueta incluida, Venga que ahora sí
que lo llevo yo a usted donde usted me diga, Bien pero espere un momento, y se
fue a hablar con el propietario de la tienda de bicis y le dijo que llamara a
las fábricas de bicicletas para que pusieran las máquinas a todo gas, que iban
a vender mucho, y que le dejara el teléfono, Hola cariño, soy José, he
levantado la cabeza, pero justo a la vez ha empezado una epidemia de olvido de
conducir coches sin necesidad de verdad, así que me voy a ir con un bicitaxista
por las tiendas de bicis para avisar y que tengan provisiones y luego voy a
casa para que nos demos tú y yo un paseíto de los buenos, tranquilitos y respirando
por primera vez aire puro de verdad por la ciudad, y así lo hizo, porque como
predijo todo el mundo dejo de coger el coche a lo tonto y ya sólo se
desplazaban andando, en bici, en bicitaxi, en bus o patinando y a José Saramago
además del Premio Nobel de Literatura le dieron el Premio Nobel de la Paz y se
dejaron de tanto Obama y tanta Merkel.
Ojalá Saramago
levantara la cabeza.
La Mujer del Tiempo.
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